El
Diagnóstico: Una hipótesis para verificar en la intervención.
El objetivo de la intervención es trasladar el problema de la familia al sistema terapéutico y, en consecuencia, hacer que el terapeuta participe de las dificultades que eran exclusivas de la familia hasta el momento de la consulta.
El objetivo de la intervención es trasladar el problema de la familia al sistema terapéutico y, en consecuencia, hacer que el terapeuta participe de las dificultades que eran exclusivas de la familia hasta el momento de la consulta.
La rigidez del sistema familiar partiendo de
la hipótesis de que el terapeuta puede situarse en el exterior en calidad de
observador. Una unidad de observación que abarque a todo el sistema terapéutico
nos impone la necesidad de reformular el concepto mismo de diagnóstico y de cambio.
El diagnostico depende de la capacidad del terapeuta observador desde fuera las
interacciones en que está envuelto; obrará como el miembro de la orquesta que
al tiempo de tocar su instrumento dirigiera a la orquesta misma para una
ejecución lograda.
El terapeuta enfrenta tres
dificultades:
1. Atañe a las necesidades de
individuar la función que la familia pretende atribuir.
2. Atañe a la búsqueda de imágenes y
definiciones que correspondan a las funciones desempeñadas por cada uno de los
miembros de la familia, asi como a la trama en que se insertan solo así se
lograra penetrar en lo vivo de las perplejidades familiares.
3. Proviene de la necesidad de era
evaluar la intensidad, la fuerza con que se debe introducir el imput
desestabilizador para cine las intervenciones del terapeuta sean aceptarlas por
la familia.
Para que el terapeuta pueda ayudar a
la familia debe de hacer un diagnóstico claro de la situación que se está
viviendo ya que cada miembro de la familia tiene un rol diferente,
complementaria de la visión de los de más existe: el enfermo y el sano, el
agresivo y la víctima, el sabio y el incompetente, y existen de manera rígida y
al mismo tiempo armónica.
El terapeuta debe jugar un rol más
dentro de la familia. Un sistema terapéutico se puede calificar de flexible si
en la trayectoria de la terapia es capaz de variar la relación entre las
funciones desempeñadas por sus miembros, así como el nivel de individuación de
cada uno en el curso del proceso terapéutico. Se vuelve rígido si no es capaz
de ofrecer a sus miembros la oportunidad de librarse de expectativas funciones
estáticas a favor de niveles funcionales nuevos y más integrados que permitan
la diferenciación de los individuos.
Si el terapeuta elige hacer terapia
contemplando los problemas de la familia desde adentro, deberá entrar en los
espacios familiares más recónditos pero también tomar distancia y regresar a su
propio espacio
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